domingo, 2 de diciembre de 2012

Nombre largo, lugar enorme, placer intenso

No se puede decir que no fuimos preparados a esta excursión.

No sé si será el nombre de una localidad más largo de España. Lo que sí he podido comprobar hace dos fines de semana es que Colinas del Campo de Martín Moro Toledano (Ayuntamiento de Igüeña) es uno de los pueblos más auténticos y más bonitos que he conocido nunca. Seguro que repasando las muchas fotos preciosas que nos han salido de la visita de aquel soleado domingo, aunque sólo sea en parte, estaréis de acuerdo conmigo.

Mirad que cuidadosa reconstrucción.
Mi hijo comprueba las hendiduras en la piedra de la iglesia
hechas durante siglos de afilar la navaja.  



Ay, qué tentación esta fresca fuente.
En aquellos rincones retocados, se aprecian el buen gusto y el mucho cuidado que los inquilinos han puesto, siempre respetando los materiales de la zona: pizarra en los tejados, y bien inclinada para soportar la mucha nieve del invierno, y madera en los corredores. Fijaros en la techumbre de la foto superior (totalmente reconstruida) y en la de la imagen de abajo, que acumula hasta verdín y conserva la forma curva para cubrir el corredor. Es tal la variedad de formas que no sabía bien a dónde dirigir la cámara.


El nombre enormemente largo de esta localidad de la comarca de El Bierzo (provincia de León) ha merecido el esfuerzo de colocarle un cartel de inusuales dimensiones. Y desde los primeros pasos que una da por este pueblo se da cuenta de que no es el típico demasiado retocado para el turismo, hasta perder su sabor auténtico. Al contrario: aquí muchas de las calles y viviendas permanecen tal y como estaban hace décadas, cuando habría en sus casas cientos y cientos de vecinos, de los que hoy quedan apenas unas decenas. Eso sí, son únicos charlando con los niños 'forasteros' y dándoles explicaciones de todo aquello que les llamaba la atención.

Este conjunto de la plaza de la fiesta es una pasada.

            














Estos corredores son un lujo, hay una enorme variedad, a cual más llamativo y auténtico. Se podría hacer un catálogo de ellos tan amplio como lo es el de senderos y rutas que parten de Colinas del Campo de Martín Moro hacia las bellas montañas que lo rodean, especialmente el Catoute, pico que por su altitud es techo de El Bierzo en el camino hacia la vecina y maravillosa comarca de Omaña.




El rincón de La Cantina es un lujo rural junto al río.

Cuando has pasado por todas sus fuentes, plazas, calles, iglesia, cuadras o atravesado el río Boeza, que unidos forman uno de los Conjuntos Histórico-Artístico más desconocidos de la provincia de León, puedes ser de los privilegiados que se aloja en su único establecimiento de turismo rural (que yo viera) o que deguste alguno de los platos del restaurante La Cantina.



Se trata de un lugar con enorme encanto. Dentro nos esperaban detalles muy originales, como esos rústicos paragüeros o el café 'de pote' que siempre está calentito dispuesto en la estufa. Con el frío tiempo que comenzaba a hacer, lo del fuego me sentó de maravilla y, claro está, llamó muchísimo la atención de los niños. Y fuera, si os fijáis, La Cantina tiene una recogidita terraza que linda con el río. Tan bonita que me prometí volver con los críos en cuanto calentara el próximo verano para tomar una cervecita fresca mientras ellos remojan los pies en la corriente del Boeza.

Muchas de las calles cuentan con este empedrado.
De la buena (y sorprendentemente moderna) comida que sirven no os pienso desvelar mucho: de momento, que tendréis una selección muy apetitosa de los mejores productos de El Bierzo. El resto tendréis que descubrirlo vosotros mismos. Que para nosotros ya cae la tarde y tenemos que regresar a casa. Con pena. Pero volveremos. Cuando caiga la nieve, que dejará aún más espectacular este lugar; o cuando regresen las flores y el verde a su paisaje impresionante.

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